En el siglo XIX mexicano, el insurgente José María Morelos y Pavón rechazó que el Congreso de Chilpancingo le nombrara con la ostentosa denominación de "Alteza Serenísima", pidió, a cambio, simplemente que se le conociera con el no menos modesto nombre de "Siervo de la Nación", inspirado en San Marcos ("y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos"). Morelos no tuvo nunca el poder pero combatió por la independencia de su país contra un régimen que consideraba opresor, encabezado por Fernando VII, y repudiaba la forma de gobierno monárquica.
En nuestros días corre desbocado en latinoamérica un "fervor" por servir al pueblo, sin analogía alguna al de José María Morelos, que lleva incluso a alterar constituciones por formas distintas a las previstas en ellas, pero sin reconocer un golpe de estado o invocar un movimiento revolucionario al hacerlo. Perpetuarse en el poder público, en el nombre del bien de la nación, es práctica de moda, el último que se pliega a dicho uso es Daniel Ortega en Nicaragua. Tal impulso no distingue preferencias ideológicas: Hugo Chávez en Venezuela, Alvaro Uribe en Colombia, Evo Morales en Bolivia, Oscar Arias en Costa Rica, Manuel Zelaya en Honduras y Rafael Correa en Ecuador.
Los pasos de Ortega fueron los siguientes:
Los pasos de Ortega fueron los siguientes:
- Llamó a la Asamblea Nacional a hacer reformas constitucionales para permitir la reelección presidencial contínua "... que el derecho de reelección sea para todos y el pueblo premie o castigue, es el principio que tenemos que defender."
- En dos ocasiones fue rechazada su moción por la Asamblea Nacional, en legislaturas distintas.
- Presentó recurso de amparo ante la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que a los cinco días, fue resuelto favorablemente por seis ministros, tres de ellos suplentes de titulares que no fueron citados previamente a la sesión, dejando sin efectos, por resolución judicial, un texto constitucional, basando tal resolución "... en el principio de la soberanía, el cual establece que el poder reside en el pueblo".
- La Sala Constitucional ordenó al Consejo Supremo Electoral que habilitara a Ortega para que pudiera aspirar a la reelección para 2011, lo que se hizo de inmediato: "Sólo cumplimos con lo que manda la ley. Las resoluciones judiciales son de ineludible cumplimiento.”
- De conformidad con la Constitución de Nicaragua el único órgano facultado para modificarla es la Asamblea Nacional. "Los Magistrados han actuado fuera del ámbito de su competencia, se han convertido en legisladores y en una Constituyente."
¿Será que los latinoamericanos tenemos características genéticas que nos hacen distintos a todas las naciones que la historia universal muestra como sometidas a hombres corrompidos por el poder? Mientras no se demuestre lo anterior, creo que es necesario que a partir de estos momentos a todo candidato presidencial en el continente se le someta previamente a las elecciones a un "test republicano" consistente responder, de cara a la nación que pretende servir, un cuestionario con los siguientes puntos: 1) ¿considera que la rotación de personas en los puestos de mando es buena para la democracia?, 2) ¿considera que en el país existen personas preparadas con los merecimientos para ocupar las magistraturas? o, por una suerte de déficit cívico, ¿considera que la dirección del mismo sólo merece ejercerse por cierto grupo, partido o persona?, 3) sin utilizar términos ambiguos o vagos dé su definición de lo que considera soberanía del pueblo o de la nación y las formas en que considera se manifiesta de manera legítima, 4) diga si considera adecuada la Constitución vigente o, en su caso, qué cambios precisos considera que debe sufrir, 5) ¿qué ventajas observa a la teoría de la división de poderes y cuándo considera que se produce una concentración nociva de poder en la figura presidencial?, 6) ¿es legítimo heredar el poder a los familiares?
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