Es duro, pero certero, el sarcasmo-reclamo de Carlos Puig en uno de sus Apuntes pensando en Monterrey, cuyo destinatario, desde mi punto de vista, no se debe acotar a las autoridades:
Habrá que esperar a los peritajes, pero todo indica que el establecimiento no cumplía con las medidas de protección civil necesarias: puertas de emergencia que no abrían, etcétera. Es decir, era un establecimiento mexicano, operado por empresarios que operan en México, solapado por autoridades mexicanas, protegido seguramente por amparos o decisiones judiciales de tribunales mexicanos, tramitados por abogados mexicanos. Yo asisto diario a uno de esos establecimientos. Nuestra normalidad, pues.
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