Dentro de los muchos factores asociados a estos hechos criminales
están las exorbitantes rentas económicas que sus actividades ilícitas
generan. Eso los lleva a tener una capacidad de fuego y destrucción que
no sólo desafía a la autoridad, sino que aterra y somete a la población. La ambición por ese mercado tan rentable lleva a los criminales a una
lucha asesina y bestial entre bandas del crimen, con actos tan brutales
e inhumanos, como puede ser el caso, probablemente, del día de ayer.
De esas ganancias económicas, las mayores rentas provienen de un
factor: el trasiego y venta de droga a los Estados Unidos. Parte de la
tragedia que vivimos los mexicanos tiene que ver con el hecho de que
estamos al lado del mayor consumidor de drogas del mundo y, a la vez,
del mayor vendedor de armas en el mundo que paga miles y miles de
millones de dólares cada año a los criminales por proveerlos de
estupefacientes. Esas decenas de miles de millones de dólares, terminan armando y
organizando a los criminales, y poniéndolos a su servicio y en contra de
los ciudadanos.
Es por eso que es mi deber hacer, también, un llamado a la sociedad,
al Congreso, y al Gobierno de los Estados Unidos. Les pido que
reflexionen acerca de la tragedia que estamos viviendo México y muchos
países latinoamericanos, a consecuencia, en gran parte, del consumo
insaciable de drogas en el que participan millones y millones de
norteamericanos.
El poder económico y de fuego de las organizaciones criminales que
operan en México y en América Latina, tiene que ver con esta
interminable demanda de drogas de los Estados Unidos.
México ya no puede ser la puerta de acceso, ni tampoco pagar las
consecuencias que ese mercado genera y que se traduce, no sólo en
cientos de miles de millones de dólares ilícitos, provenientes del
mercado negro, sino, también, en miles de muertos, a consecuencia de la
violencia que ejercen las bandas criminales abocadas a ese negocio.
Ese consumo de drogas debe reducirse drásticamente, y si eso no es
posible, los Estados Unidos deben colaborar, también, cuando menos, para
evitar que su trasiego, el de los dólares a México, genere esta
violencia insufrible que no queremos los mexicanos.
Necesitamos, y agradecemos la cooperación que hemos tenido en materia
de información e inteligencia, que nos ha permitido capturar a decenas
de líderes del crimen organizado y golpear a las estructuras criminales.
Pero, también, es importante que el pueblo, el Congreso y el Gobierno
de Estados Unidos encuentren una solución para arrebatarles las
exorbitantes rentas económicas a los criminales que les genera el
mercado negro de las drogas.
Si están decididos y resignados a consumir drogas, busquen, entonces,
alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de
los criminales, o establezcan puntos de acceso claros, distintos a la
frontera con México. Pero esa situación ya no puede seguir igual.
Al mismo tiempo, les pido encarecidamente que cierren de una vez, la
criminal venta de armas de alto poder y fusiles de asalto, a los
delincuentes que operan en México, y que sólo obedece al lucro. Eso sí
puede solucionarse como ya lo han hecho recientemente en el pasado.
Cancelen la venta indiscriminada y sin control de armas de asalto.
No hay razón para que los cientos de miles de armas vendidas a los
criminales apunten a los mexicanos y a sus autoridades. Somos vecinos,
somos aliados, somos amigos, pero también, ustedes son responsables. Ese
es mi mensaje.