Manuel Cruz, en su colaboración titulada Lo que siempre son los otros, delinea las características de esas personas que no admiten contradicción en sus opiniones ni en la forma en que ellos perciben al mundo, pero que, sin embargo, no reconocen poseer tal peculiaridad, confiados de que sus maneras de pensar obedecen a la tenencia de argumentos contundentes que las sostienen (lo que los diferenciaría del fanático), hablamos del sujeto dogmático: "Lo específico del dogmático, pues, no es tanto el hecho de que no esté dispuesto a debatir, como la forma en que plantea el debate." asienta el filósofo.
Cuando recurrimos al acopio de consideraciones para "cargarnos de razón", de manera semejante a como lo realiza un abogado para defender la posición de su cliente, en vez de hacerlo para poner a prueba la solidez de las convicciones propias y ajenas, estamos asumiento una posición dogmática, puesto que lo único que ambicionamos es encontrar justificaciones para reforzar una posición asumida de antemano, que no admitimos que pueda ser desmentida y a la cual queremos revestir para presentarla nuevamente como inexpugnable frente a críticas cuyas argumentaciones esquivamos al no acometerlas con seriedad. Como dice Manuel Cruz, probablemente no haya mayor dogmático que el incapaz de percibir su propio dogmatismo, de idéntica forma que no hay mayor sectario que el que ve sectarismo en todas partes menos en su propia secta.
0 comentarios:
Publicar un comentario