Me divisa otra vez en la noche
la misma estrella, cansada,
haciendo, como siempre,
lo que es distinto a lo distinto,
mientras la luna me recrimina
cada vez que destella
con su tenue energía
para alterar el destino,
que opulento, obstinado,
estalla en mi rostro, opalino,
por lo que, retenido,
al igual que una gota de vino tinto
encarcelada en la copa que lo contiene,
la rueda de la fortuna gira
y al hacerlo yo voy con ella.
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miércoles, enero 20, 2010
Destino
Publicado por
Machiavelli
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