1) Perfeccionar el cuerpo, continente biológico de nuestra entidad espiritual; 2) aquilatar el valor de quienes así lo reclaman ante el tribunal incorruptible de la conciencia; 3) romper las amarras mentales que aprisionan el desenvolvimiento emancipado de nuestras fantasías sublimes; 4) despejar los sombríos nubarrones que con terquedad ambicionan intimidarnos el atrevimiento; 5) resistir las tempestades de la fortuna que cuestionan la obstinación de nuestra perseverancia; 6) inocular con tenaz vehemencia los empeños encauzados a culminar los anhelos por afinar las cualidades propias, y 7) enaltecer la memoria de quienes, entre elegías, nos han precedido en la acometida del peregrinaje lúgubre de Dante.
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