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jueves, febrero 24, 2011

Preferencias librescas iberoamericanas


Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído, decía Jorge Luis Borges y espetaba: ¡Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído! Coincide con la anterior idea Joseph Epstein, para quien "La biografía de cualquier escritor debería ocuparse extensamente de lo que leyó y cuándo lo hizo, porque en cierto sentido, somos lo que leemos."

Otra vez la última parte: "somos lo que leemos". En efecto, el desfile de letras y símbolos que pasa frente a nuestros ojos influye en nuestra forma de ser. La moraleja de un cuento, la intriga y suspenso de una narración, alguna proeza histórica, el sentimiento que nos transmite un verso, la personalidad descollante de los seres ficticios de una novela, la frase profunda que no podemos evitar subrayar o anotar en algún lugar, todos ellos pueden llegar a convertirse en compañeros de viaje y guiar por siempre nuestras vidas.

Si intentamos responder a la eterna pregunta del ser humano “¿Quién soy?” bien podríamos cambiar la pregunta a “¿Qué he leído?” para poder dar respuesta a la pregunta original, nos dice con muy buenas razones Héctor Méndez:
Somos lo que pensamos, somos las acciones que ejecutamos en un mundo social, somos las ideas religiosas o filosóficas que sostenemos, somos los principios éticos bajo los cuales vivimos, somos las habilidades que demostramos en el mundo, somos los sentimientos que se generan en el cerebro al recibir el impacto del mundo, somos consumidores infatigables de productos perecederos y servicios y recursos… y la lista puede seguir inexorable generando más y más ejemplos de lo que somos.
Sin negar el impacto del proceso de socialización, de la propaganda y medios audiovisuales, de una manera u otra, al profundizar sobre las ideas y principios más elevados que nos hacen diferenciarnos y adquirir una personalidad propia, todo nos regresa, de una u otra forma, a la lectura.

Este repaso sobre la lectura y su influencia se impone al observar lo que se afirma en dos fuentes (Radiobiobio y Milenio) ambas con datos obtenidos por la AFP, que nos informan sobre los libros más vendidos durante el primer bimestre del año en diversos países de iberoamérica. Así, tenemos que en Chile los libros que aparecen en primer lugar son El sueño del Celta y Comer, rezar, amar; en Venezuela La rebelión de los náufragos y El profesor; en España El bolígrafo de gel verde y El ángel perdido; en Argentina El cementerio de Praga y Los padecientes. Es de mencionarse que El cementerio de Praga, El sueño del celta y Comer, rezar y amar aparecen con ventas destacadas en aquellos países donde no encabezan las listas. 

¿Qué es lo que se ha comprado más en México, nuestro querido México, tierra de Octavio Paz y de Alfonso Reyes? Este es el único caso en que ambas listas (que se refieren a períodos distintos) guardan plena concidencia, hay un campeón indiscutible que a diferencia de los otros países nada tiene que ver con la literatura, el libro que más han consumido los mexicanos se llama Los señores del narco.

Independientemente del mucho o poco valor periodístico del libro referido ¿qué nos dice tal preferencia sobre el público lector mexicano?, ¿estamos tan alertas frente a la inseguridad que preferimos gastar nuestro dinero y rmomentos de esparcimiento en una continuación de las noticias cotidianas sobre una opción literaria?, ¿se trata de una especie de aleación de masoquismo y morbo? Si es verdad que somos lo que leemos afortunadamente los mexicanos leemos muchas otras cosas (aunque quizá no lo suficiente para Librerías Ghandi). Esto es importante si tomamos en cuenta que Miguel de Unamuno otorgaba a la lectura acumulada una función defensiva, de protección frente a la propia lectura de último momento al decir lo siguiente: "Cuando menos se lee, más daño hace lo que se lee". Nota: la caricatura de Unamuno es autoría de Cassio Loredano y la encontramos en este lugar.

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