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sábado, febrero 19, 2011

La reconstitución del espectro político

Llama la atención a la opinión pública estadounidense la fuerza de las manifestaciones de trabajadores al servicio del estado de Wisconsin en contra de la iniciativa del gobernador que, además de disminuir beneficios en materia de pensiones y otras prestaciones, pretende restringir los alcances de la negociación colectiva de los sindicatos. Esto se refleja en el siguiente comentario de Michael Cooper y Katharine Seelye en el New York Times:
The images from Wisconsin — with its protests, shutdown of some public services and missing Democratic senators, who fled the state to block a vote — evoked the Middle East more than the Midwest.The parallels raise the inevitable question: Is Wisconsin the Tunisia of collective bargaining rights? 
El argumento ofrecido es la necesidad de aliviar el déficit  que aqueja a las finanzas públicas locales, desequilibrio presupuetario que según los críticos el propio gobernador impulsa al otorgar privilegios fiscales a empresas, como apunta Ezra Klein:
More than half of the lower estimate ($117.2 million) is due to the impact of Special Session Senate Bill 2 (health savings accounts), Assembly Bill 3 (tax deductions/credits for relocated businesses), and Assembly Bill 7 (tax exclusion for new employees). In English: The governor called a special session of the legislature and signed two business tax breaks and a conservative health-care policy experiment that lowers overall tax revenues (among other things). The new legislation was not offset, and it helped turn a surplus into a deficit. As Brian Beutler writes, "public workers are being asked to pick up the tab for this agenda."
Con un presidente que después de las elecciones intermedias se ha inclinado al centro del espectro político, con un partido republicano a su derecha, con un grupo afín a este partido, con gran capacidad de movilización,  más radicalizado, cuya base siempre ha existido pero que ahora se presenta revitalizada y con el apoyo de las grandes corporaciones bajo la denominación Tea Party, el eje del debate político estadounidense se ha traslado notoriamente hacia la derecha y aparentemente con la participación exclusiva de los tres bloques de influencia citados.

Desde luego que no era la intención del gobernador Scott Walker despertar, probablemente a nivel nacional, a un adversario político que se encontraba en hibernación, sin embargo es probable que su iniciativa sirva para galvanizar al movimiento sindicalista estadounidense y para que el partido demócrata se vea legitimado a reinstalar en la agenda pública las necesidades de los sectores más a la izquierda del espectro político, así se les llame por la extrema derecha "socialistas", a lo que podrían responder llamándoles a la vez "fascistas" o "títeres del gran capital". Si esto es así se agudizará sin duda la polarización del debate, pero el resultado es que se tendrá que convidar a la mesa de negociación a actores políticos cuya existencia se pretendía, por conveniencia o pragmatismo  ignorar.

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