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sábado, agosto 27, 2011

Mismo día, distinto lugar


Washington, 26 de agosto, 2011, Barack Obama:
I strongly condemn the barbaric and reprehensible attack in Monterrey, Mexico yesterday.  On behalf of the American people, our thoughts and prayers are with the victims and their families at this difficult time.
The people of Mexico and their government are engaged in a brave fight to disrupt violent transnational criminal organizations that threaten both Mexico and the United States. The United States is and will remain a partner in this fight.  We share with Mexico responsibility for meeting this challenge and we are committed to continuing our unprecedented cooperation in confronting these criminal organizations.

Ciudad de México, 26 de agosto, Felipe Calderón:
Dentro de los muchos factores asociados a estos hechos criminales están las exorbitantes rentas económicas que sus actividades ilícitas generan. Eso los lleva a tener una capacidad de fuego y destrucción que no sólo desafía a la autoridad, sino que aterra y somete a la población. La ambición por ese mercado tan rentable lleva a los criminales a una lucha asesina y bestial entre bandas del crimen, con actos tan brutales e inhumanos, como puede ser el caso, probablemente, del día de ayer.
De esas ganancias económicas, las mayores rentas provienen de un factor: el trasiego y venta de droga a los Estados Unidos. Parte de la tragedia que vivimos los mexicanos tiene que ver con el hecho de que estamos al lado del mayor consumidor de drogas del mundo y, a la vez, del mayor vendedor de armas en el mundo que paga miles y miles de millones de dólares cada año a los criminales por proveerlos de estupefacientes. Esas decenas de miles de millones de dólares, terminan armando y organizando a los criminales, y poniéndolos a su servicio y en contra de los ciudadanos.
Es por eso que es mi deber hacer, también, un llamado a la sociedad, al Congreso, y al Gobierno de los Estados Unidos. Les pido que reflexionen acerca de la tragedia que estamos viviendo México y muchos países latinoamericanos, a consecuencia, en gran parte, del consumo insaciable de drogas en el que participan millones y millones de norteamericanos.
El poder económico y de fuego de las organizaciones criminales que operan en México y en América Latina, tiene que ver con esta interminable demanda de drogas de los Estados Unidos.
México ya no puede ser la puerta de acceso, ni tampoco pagar las consecuencias que ese mercado genera y que se traduce, no sólo en cientos de miles de millones de dólares ilícitos, provenientes del mercado negro, sino, también, en miles de muertos, a consecuencia de la violencia que ejercen las bandas criminales abocadas a ese negocio.
Ese consumo de drogas debe reducirse drásticamente, y si eso no es posible, los Estados Unidos deben colaborar, también, cuando menos, para evitar que su trasiego, el de los dólares a México, genere esta violencia insufrible que no queremos los mexicanos.
Necesitamos, y agradecemos la cooperación que hemos tenido en materia de información e inteligencia, que nos ha permitido capturar a decenas de líderes del crimen organizado y golpear a las estructuras criminales.
Pero, también, es importante que el pueblo, el Congreso y el Gobierno de Estados Unidos encuentren una solución  para arrebatarles las exorbitantes rentas económicas a los criminales que les genera el mercado negro de las drogas.
Si están decididos y resignados a consumir drogas, busquen, entonces, alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de los criminales, o establezcan puntos de acceso claros, distintos a la frontera con México. Pero esa situación ya no puede seguir igual.
Al mismo tiempo, les pido encarecidamente que cierren de una vez, la criminal venta de armas de alto poder y fusiles de asalto, a los delincuentes que operan en México, y que sólo obedece al lucro. Eso sí puede solucionarse como ya lo han hecho recientemente en el pasado. Cancelen la venta indiscriminada y sin control de armas de asalto.
No hay razón para que los cientos de miles de armas vendidas a los criminales apunten a los mexicanos y a sus autoridades. Somos vecinos, somos aliados, somos amigos, pero también, ustedes son responsables. Ese es mi mensaje.

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