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domingo, julio 31, 2011

La racionalidad de la locura



Señala Jorge Volpi que quienes se sienten llamados a cumplir una misión para salvar a las sociedades necesitan de una comunidad real o imaginaria que celebre y comprenda su sacrificio, de un público para su drama:
…estar loco, o al menos loco como Breivik o Kaczynsky, no significa carecer de razón o inteligencia –ni dejar de ser humano-, sino habitar un universo paralelo, tan sólido como el nuestro, pero dotado con una moralidad perversa.
Mientras los abogados de Breivik valoran el argumento de la insanidad cono defensa, señala el escritor que la locura del neotemplario, el Unabomber o Hitler no fue provocada por repentinos cortocircuitos en el neocórtex o la ausencia de cierto neurotransmisor:
El cerebro humano es una máquina híbrida: está  formado tanto por las neuronas como por las ideas producidas en ellas. Sólo que a veces éstas se comportan como virus; si nos exponemos a sus variedades más peligrosas, es probable que terminemos contagiados... Su enfermedad no es psiquiátrica, sino ideológica.
¿Existe responsabilidad de quiénes inyectan a las mentes moralmente débiles ideas que los incitan a destruir al ser humano y al resto de la naturaleza? Todos parecen decir que sí, sin embargo, la cuestión del grado exacto de dicha responsabilidad sigue siendo disputada, mientras parece obligado releer El malestar en la cultura de Freud. La tipificación de los "delitos de odio" parece ser un primer paso en la dirección correcta para proteger lo que Volpi llama "la idea de humanidad". Dicho paso, no obstante, será insuficiente de no acompañarse de un impulso vigoroso de la idea de la tolerancia y de la discusión democrática por todos los rincones del planeta.

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