Recent Posts

viernes, junio 11, 2010

Filosofando sobre futbol con Borges

La copa mundial de futbol inicia el día de hoy, lo que nos hace recordar una famosa frase de Jorge Luis Borges al respecto: el fútbol "es popular porque la estupidez es popular". Bueno, envuelto en este denso manto de estupidez que desde Sudáfrica cubre al mundo pienso que tiene cierta razón al sugerir que hay cosas populares cuya adherencia por parte de los adherentes parece no obedecer a razonamientos profundos o a miríficos sentimientos, no obstante, su manía le impidió admitir que no todo lo popular es estúpido, los poemas y cuentos de Borges, para empezar, lo que ha dado licencia para que se le "perdonen" una larga serie de estropicios ideológicos. Para corroborar la opinión que le merecía el fútbol basta el recuento de una anécdota: en Buenos Aires, el mismo día y a la misma hora en que la selección argentina debutaba, en la propia capital, en el campeonato mundial de 1978, ¡impartió una conferencia sobre el tema de la inmortalidad! Pero, ¿qué es lo que en verdad hostiga al autor de El Aleph, si es que sus frases despectivas con respecto al futbol son algo más que un mero alarde de excentricidad? Sugiero que se trata de dos cosas: la saña innecesaria de los vencedores y el fanatismo que conduce al nacionalismo exhacerbado y a la irracionalidad política. Veamos porqué.



¿Qué razones esgrime para calificar de estúpido al futbol? En primer lugar, no lo considera digno de ser un objeto de contemplación: "Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos"; omite Borges decirnos cuál hubiera sido su opinión si, en vez de lo que describe, la competencia futbolística se realizara entre dos equipos de mujeres atractivas, sensualmente ataviadas, corriendo detrás de un balón, o de lo que fuere; quizá le hubiera parecido más fascinante el deporte. Bajo cualquier hipótesis cabría replicarle que lo desdeñable a la vista no tiene como consecuencia imperiosa la estupidez, mucha imbecilidad y actitudes moralmente reprochables se ocultan en un sarcófago destellante de belleza. En tal virtud, tenemos que seguir indagando las razones borgianas para justificar su repudio por el futbol más allá de sus apreciaciones estéticas.

Adicionalmente a su fealdad, al fútbol lo encuentra ligado a la idea de contienda, de riña, de disputa, uno de los temas, por cierto, recurrentes en la literatura del argentino: "La idea que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horribleYo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara." Percibo que aquí nos acercamos a la causa genuina de su rechazo, no obstante, podríamos preguntarle: ¿la competencia alienta al ser humano?, ¿el acicate del premio y del reconocimiento, al menos una rama de olivo, es indispensable para estimular lo que la iniciativa propia no produciría?, si así fuera no podríamos renunciar a ella. Borges participó en concursos literarios y fue considerado como aspirante al Premio Nobel de Literatura, que jamás obtuvo, ¿de ahí su odio por las oposiciones y certámenes?, quizá, nunca se le escuchó repudiar a la civilación que nos legó el espíritu de Olimpia. Para presentar con una mejor cara su animadversión por las competiciones concederemos que lo que le enfada es más bien la fragua de victorias a costa de la derrota humillante de alguien en particular, como en las guerras. En términos generales, desde las vencidas hasta el box, el espíritu deportivo, en su auténtico y caballeroso significado, ha disminuido, obsérvese sino el comportamiento grotesco de varios de los más connotados practicantes del pugilato y de la lucha, inclusive del basquetbol de la NBA; en ocasiones pareciera que lo fundamental es intimidar, demostrar un espíritu de revancha sin agresión previa que la justifique, para ello hay que buscar las más inverosímiles razones que legitimen el comportamiento victorioso exuberante y la humillación del adversario.

Tiene razón Borges al señalar la falta de nobleza de muchos competidores, no obstante, como excepción a la regla, debemos reconocer que aún existe el abrazo sincero que muchas veces corona una pelea de box fragorosamente disputada, o el intercambio de camisetas después de un partido de futbol; ante el respeto ganado en una cancha o pista de juego aún perviven quienes están dispuestos a rendirle tributo sin sonrojarse. Por ello, reitero, creo que lo quiere criticar es el abuso de poder del ganador, reflejo lejano de la del gladiador que hace trizas al vencido, ante los gritos eufóricos de los asistentes al Coliseo. En conexión con lo dicho, también dirigió sus dardos a la afición: "El futbol en sí, no le interesa a nadie. Nunca la gente dice 'qué linda tarde pasé, qué lindo partido vi, claro que perdió mi equipo'. No lo dice porque lo único que interesa es el resultado final. No disfruta del juego". La exageración, producto de la falta de matiz, no desmedra el peso de la afirmación en términos generales, muchos "fans" recurren a las victorias de sus equipos para tratar de compensar las frustaciones por las derrotas personales que sufren en la vida en sociedad, piénsese, lléndonos a un extremo, en quienes se sienten dotados de un poder inédito en sus vidas al formar parte de una "barra", de un grupo de "hooligans" o, en términos generales, de cualquier muchedumbre exacerbada; esta circunstancia la saben muy bien los demagogos, los empresarios y comerciantes y los gobiernos, siempre prestos a envolverse en los pendones de los triunfos ajenos, pero ausentes en las derrotas.

Respecto a la segunda fobia que detectamos en su crítica al futbol tenemos lo siguiente: "El futbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así". En soporte de lo dicho por Borges pensemos, por ejemplo, en las olimpiadas celebradas en Berlín; la celebración de justas deportivas es motivo de orgullo nacional pero también se presta para su utilización como vigorizante de un fenómeno de índole política, que puede conducir a la intolerancia, al autoritarismo o a legitimar, cosméticamente, a quien carece de tal atributo desde la perspectiva de la res publica: “El nacionalismo sólo permite afirmaciones y, toda doctrina que descarte la duda, la negación, es una forma de fanatismo y estupidez… es el canalla principal de todos los males. Divide a la gente, destruye el lado bueno de la naturaleza humana…” Precisamente por esta distorsión del fanatismo deportivo, transformado en exacerbacion política irracional, que puede tener como consecuencia extrema el desprecio a otras nacionas o formas de pensar, considero que el futbol merecía el mayor de los repudios para Borges, generaba y encarnaba entre el pueblo pasiones que podían conducir a lo que él detestaba.

Más allá de los justos reproches de Jorge Luis a los excesos originados en la rivalidad deportiva, no hay razones para sentirnos como parte de un grupo de desgraciados por caer bajo la seducción de un mundial de futbol, se trata de una infección colectiva que destempla hasta al más frío, a menos que se apellide Borges y se quiera discurrir sobre la inmortalidad, espejos, bibliotecas o laberintos. Si se es gente de bien se desea ver felices a todos los que, ilusionados, comparten con nosotros el fervor, sin dejar de compadecer, generosamente, la agonía inversamente proporcional a nuestra dicha, de los fanáticos del equipo contrario.

¡Suficiente reflexión sobre el futbol y Borges! No hay tiempo para más, inclusive yo, que me tiene muy sin cuidado el futbol profesional mexicano (liga banal, sujeta a interes comerciales mezquinos y con un sistema de competencia que ofende la inteligencia), no puedo evitar ligarme emocionalmente a la selección nacional, así que procederé, en términos borgianos, a “estupidizarme” y observar el partido en la pletórica y eufórica cafetería en la que me encuentro, el juego está iniciando y el corazón se me sale del pecho por la expectación.

P.D.: la caricatura es del excelente André Carrilho.

0 comentarios:

Publicar un comentario