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sábado, octubre 24, 2009

Los "siervos de la nación" y el test republicano

En el siglo XIX mexicano, el insurgente José María Morelos y Pavón rechazó que el Congreso de Chilpancingo le nombrara con la ostentosa denominación de "Alteza Serenísima", pidió, a cambio, simplemente que se le conociera con el no menos modesto nombre de "Siervo de la Nación", inspirado en San Marcos ("y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos"). Morelos no tuvo nunca el poder pero combatió por la independencia de su país contra un régimen que consideraba opresor, encabezado por Fernando VII, y repudiaba la forma de gobierno monárquica.



En nuestros días corre desbocado en latinoamérica un "fervor" por servir al pueblo, sin analogía alguna al de José María Morelos, que lleva incluso a alterar constituciones por formas distintas a las previstas en ellas, pero sin reconocer un golpe de estado o invocar un movimiento revolucionario al hacerlo. Perpetuarse en el poder público, en el nombre del bien de la nación, es práctica de moda, el último que se pliega a dicho uso es Daniel Ortega en Nicaragua. Tal impulso no distingue preferencias ideológicas: Hugo Chávez en Venezuela, Alvaro Uribe en Colombia, Evo Morales en Bolivia, Oscar Arias en Costa Rica, Manuel Zelaya en Honduras y Rafael Correa en Ecuador.


Los pasos de Ortega fueron los siguientes:
Para Ortega: "Lo que hemos logrado con esta resolución es restablecer un principio fundamental de la democracia y dar un golpe a la dictadura de los que han querido destruir la democracia." Los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, formada por Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Antigua y San Vicente, declararon: "Los gobiernos y pueblos del ALBA ratificamos en esta ocasión nuestro respaldo total e irrestricto a las instituciones democráticas de la hermana República de Nicaragua, fruto de la lucha incesante del pueblo nicaragüense por la soberanía y la emancipación.”

¿Será que los latinoamericanos tenemos características genéticas que nos hacen distintos a todas las naciones que la historia universal muestra como sometidas a hombres corrompidos por el poder? Mientras no se demuestre lo anterior, creo que es necesario que a partir de estos momentos a todo candidato presidencial en el continente se le someta previamente a las elecciones a un "test republicano" consistente responder, de cara a la nación que pretende servir, un cuestionario con los siguientes puntos: 1) ¿considera que la rotación de personas en los puestos de mando es buena para la democracia?, 2) ¿considera que en el país existen personas preparadas con los merecimientos para ocupar las magistraturas? o, por una suerte de déficit cívico, ¿considera que la dirección del mismo sólo merece ejercerse por cierto grupo, partido o persona?, 3) sin utilizar términos ambiguos o vagos dé su definición de lo que considera soberanía del pueblo o de la nación y las formas en que considera se manifiesta de manera legítima, 4) diga si considera adecuada la Constitución vigente o, en su caso, qué cambios precisos considera que debe sufrir, 5) ¿qué ventajas observa a la teoría de la división de poderes y cuándo considera que se produce una concentración nociva de poder en la figura presidencial?, 6) ¿es legítimo heredar el poder a los familiares?

El manejo de la opinión pública desde el poder siempre puede hacer ver como expresión democrática al interior lo que no es más que ceder a la tentación de entronizarce en el gobierno, para "servir a la nación" desde luego. Rodeado de funcionarios serviles y grupos de interés cualquier ser humano en el ejercicio del poder público puede perder el piso y convertirse en dictador. El test republicano puede auxiliar a detectarlos a tiempo o bien, a cobrarles caro el intento.

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