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sábado, abril 17, 2010

Historias de gangsters


Sería muy dificil que Michelle Bachmann y Andrés Manuel López Obrador pudieran llegar a identificarse ideológicamente tomando en consideración los principios o plataformas que dicen defender; ella pertence al ala derecha del partido republicano, se opone al aborto y al matrimonio gay, es defensora a ultranza de la libre empresa y cualquier participación del gobierno la ve como una intromisión peligrosa en la vida de los ciudadanos, posturas que, sobre todo las últimas (ya que sobre las primeras en su momento no se quizo pronunciar), no creemos que comparta el tabasqueño, no obstante, a la hora del discurso político resulta que coinciden al identificar a su adversario, en este caso el gobierno en funciones, como parte de una mafia conformada por bandidos. Repasemos las siguientes "historias de gangsters" que nos ofrecen:
  • México, 28 de mayo de 2009: López Obrador manifestó desconocer el motivo que orilló a los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática para reunirse con el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y tratar el tema de la detención de los funcionarios del gobierno de Michoacán.
  • Estados Unidos, 6 de octubre de 2009: la congresista Michelle Bachmann tomó la palabra para denunciar al gobierno como gangster y equiparó la situación de Estados Unidos con el Titanic:
"We will always be a superpower... But one thing that has kept us a superpower has been freedom, free market economists. We are in the process of watching the deconstruction of free market economists before our very eyes, something we have never seen ... We have gangster government when the federal government has set up a new cartel and private businesses now have to go begging with their hand out to their local -- hopefully well-politically connected -- congressman or their senator so they can buy a peace offering for that local business.Is that the kind of country we are going to have in the future?"
Presidiendo sociedades polarizadas, ambos mandatarios, que tienen ideológicamente pocas cosas comunes, uno liberal y el otro de raigambre tradicionalista, son no obstante, rechazados por los correspondientes extremos del espectro político de cada país y descalificados con el mismo tipo de lenguaje. Curioso paralelismo.


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