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viernes, diciembre 24, 2010

La verdad acerca de Santa Claus


En 1897, una niña de Nueva York escribió una carta al editor del entonces prominente periódico The Sun, preguntándole por la verdad acerca de la existencia de Santa Claus. Tanto la carta de la niña como la respuesta forman ahora parte de las bellas anécdotas que se han bordado en torno a esta festividad. La carta y la respuesta, que tradujimos de la página editorial del San Diego Union-Tribune, las transcribimos a continuación:

Querido Editor:


Tengo ocho años. Algunos de mis pequeños amigos dicen que Santa Claus no existe. Mi padre dice "Si lo ves en The Sun entonces es realidad". Por favor dígame la verdad, ¿existe Santa Claus?

Virginia O´Hanlon
115 West 95th Street

Respuesta:


Virginia, tus amiguitos están equivocados. Han sido afectados por el escepticismo de una época escéptica. No creen excepto en lo que ven. Piensan que nada que no sea comprensible por sus pequeñas mentes puede existir. Todas las mentes, Virginia, ya sean de hombres o de niños, son pequeñas. En este gran universo nuestro el hombre es un mero insecto, una hormiga, en lo concerniente a su intelecto, relacionado con el ilimitado mundo que lo rodea, en comparación con la inteligencia capaz de comprender la totalidad de la verdad y el conocimiento. Sí, Virginia, Santa Claus existe. Él existe tan ciertamente como la generosidad y la devoción existen, y tu sabes que ellas abundan y proporcionan a tu vida la más elevada belleza y felicidad. En consecuencia, ¡qué marchito sería el mundo si no existiera Santa Claus! Sería tan marchito como si no existieran las Virginias. No existirían entonces la inocencia infantil, ni la poesía, ni el romance para hacer tolerable esta vida. No podríamos tener mayor alegría salvo la proveniente del tacto y de la vista. La luz eterna con la que la niñez llena el mundo se extinguiría. ¡No creer en Santa Claus! ¡De una buena vez no creamos tampoco en las hadas! Podrás convencer a tu padre de contratar hombres que vigilen todas las chimeneas en Noche Buena para observar a Santa Claus, pero aún si no lo ven llegar, ¿qué probarían con ello? Nadie ve a Santa Claus pero eso no significa que no exista. Las cosas más reales en el mundo son aquellas que ni los niños ni los hombres pueden ver. ¿Alguna vez has visto hadas bailando sobre la hierba? Desde luego que no, pero eso no prueba que no anden por ahí. Nadie puede concebir o imaginar todas las maravillas que hay ocultas e invisibles en el mundo. Podrás despedazar la sonaja de un niño y ver lo que hace el ruido por dentro, pero hay un velo que cubre el mundo oculto que ni el hombre más fuerte que haya vivido, ni siquiera la unión de fuerzas de todos los hombres más fuertes que hayan vivido podrán desgarrar. Sólo la fé, la imaginación, la poesía, el amor, el romance pueden correr esa cortina y ver y dibujar la gloria y belleza sobrenatural que hay detrás de ella. ¿Es real? ¡Ah, Virginia! en todo el mundo no hay nada más real y perenne. ¡¿No Santa Claus?! ¡Gracias a Dios, él vive, y vive por siempre! Dentro de mil años, Virginia, dentro de cien mil años, el continuará haciendo feliz el corazón de los niños.

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