Esta es la historia de un pulpo adivino llamado Paul. Se ensayó en la Eurocopa 2008 y  posteriormente, ya maduras sus dotes pitonísticas, las explayó a plenitud en la copa mundial de futbol de Sudáfrica en 2010. De origen italiano, pero de corazón  germano, acertó al afirmar que su patria adoptiva, Alemania, pasaría de la primera ronda  aunque sufirendo un tropiezo ante Serbia, tal augurio fue puesto muy en duda pero  la predicción de Paul resultó ser acertada. Comenzaron los encuentros de eliminación y  los ojos del mundo voltearon sobre él ansiosos por poner a prueba su destreza  prospectiva. El primer examen fue el encuentro ante  Inglaterra: pese al  corazón y carácter del equipo de la rosa, y con cierta ayuda arbitral, hay que decirlo, Paul llevó  adelante a Alemania 4 a 2.
Después  seguiría una prueba formidable frente a Argentina, hasta ese momento quizá la  escuadra que llevaba el paso más impresionante en el Mundial. Paul predeciría un  triunfo Aleman.  Tachado de localista, el pulpo recibió  nada comedidos ofrecimientos pamperos para ser la estrella de todo tipo de menús en  restaurante, como agradecimiento a su vaticinio, pero Paul no se inmutó y  se mantuvo fiel a su predicción. Tendría la  razón: Alemania 4, Argentina 0.
Posteriormente, al elegir entre los dictados de su cabeza y los de su corazón, o más bien corazones, ya que los pulpos tienen tres, Paul fue honesto y predijo que Alemania sería detenida en su camino hacia la final, cediendo la mano al equipo español, cuya nación estallaría en júbilo al conocer los designios del octápodo, que habrían de verse confirmados: España 1, Alemania 0.
Paul fue perdonado por su nación  adoptiva y él la retribuyó vaticinando, en decisión que le tomó mucho  estudio, el triunfo alemán sobre la aguerrida selección uruguaya que, no obstante, los  hizo sufrir hasta el final: Alemania 3, Uruguay 2.
 
Arribó el momento definitorio del torneo. Después de mucha discusión, Paul accedió a participar en el augurio de un partido donde no sería protagonista el país de sus amores, la gran final, lo que rodeo de escepticismo la validez de sus dotes argumentándose una ineludible falta de conocimiento del contexto de las escuadras involucradas que dificultaría la empresa. No obstante, el pulpo tomó el toro por los cuernos y se inclinó por España, que estalló en júbilo al escuchar el augurio y más aún, al verlo realizado: España 1, Holanda 0. Paul se convirtió en objeto de reverencia y ya cuenta con una patria adoptiva adicional que lo recibirá con los brazos abiertos si es que algún día decide cambiar la sede de su Oráculo en Oberhausen.
Como era lógico, ante la ausencia de figuras sobresalientes sobre el césped en este torneo, Paul conquistó los corazones de los aficionados del mundo y se convirtió en la celebridad del evento. En reconocimiento a sus dotes cabalísticas, merecidamente recibió una réplica de la copa del mundo, que lo habrá de acompañar en su acuario por el resto de sus días, junto con balones de futbol y otras ofrendas que se le han brindado como tributo a su magia.
 Fin de la historia



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