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viernes, febrero 24, 2012

Democracia, su sentido primigenio


Se adhiere José Fernández Santillán a la preocupación de Giovanni Sartori, al advertir, que quizá presa de su propia popularidad, la democracia corre el riesgo de convertirse en un término vacío, al que se recurre como manto cobertor de cualquier circunstancia política. Para evitar esto considera necesario retomar su sentido primigenio, que ubica en el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau (pasando por alto, quizá, las aportaciones de la Grecia clásica):
Su tesis es muy sencilla: "el hombre ha nacido libre y por todas partes se encuentra en cadenas". Quiso encontrar la solución a ese dilema en un gobierno en el cual, el hombre, “obedeciendo a todos no obedezca sino a sí mismo”. Eso, para él, sería la verdadera democracia (directa) a la que llamó “República”: régimen en el cual todos mandan y todos obedecen a la vez, sin intermediarios. Al cuerpo político lo llamó también “Yo Común”. Pensó en una democracia sin partidos políticos, representantes, elecciones ni campañas. Para que la democracia tuviese vigencia efectiva debía transformar súbditos en ciudadanos; convertir a los individuos pasivos que sólo obedecen en personas activas que participan en la definición de las decisiones colectivas.
En nuestros días la ultima parte es descartada por imposible, no obstante, Fernández Santillán, que anota la poca recepción de Rousseau en México, mantiene como vigente la necesidad de la enseñanza cívica. Sobre la presencia roussoniana en nuestro país se puede leer el ensayo de Adolfo Sánchez Vázquez denominado Rousseau en México y esta nota, con motivo de una nueva edición de la obra citada.

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