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miércoles, junio 15, 2011

La intimidad resquebrajada

El último "escándalo sexual" en que se ha involucrado un congresista estadounidense tiene la particularidad de que propiamente no es tal, es decir, el afectado no tuvo ningún tipo de relación sexual, ni  impropia ni de cualquier otro tipo con alguien, ni se puede decir que haya sido infiel a su esposa, a menos que se penalice el pensamiento, el coqueteo y las fantasías. Lo que el diputado de Nueva York Anthony Wiener realizó fue "sexting", palabra que se refiere el acto de enviar, recibir o reenviar mensajes, fotografías o imágenes sexualmente explícitos a través de un celular, computadora u otro mecanismo digital. Wiener, del ala liberal del partido demócrata, legislador carismático que los conservadres está triturando en estos momentos para provocar su renuncia, tuvo el infortunio de que una de sus parejas en el intercambio informático, que hizo utilizando Twitter, lo difundió a un bloguero conservador que ha dado buen uso político de tal infidencia, a la vez que la otra parte involucrada en esta "relación en línea" ha aprovechado la circunstancia para convertirse en celebridad efímera.


La prudencia del congresista, tomando en consideración lo fácil que es el seguimiento de las "huellas" de nuestro peregrinar informático, está justificadamente en tela de juicio. Lo importante es determinar si su aventura en el universo de los bits es suficiente para cuestionar su capacidad como servidor público, se trata de un tema sobre el cual no se está discutiendo lo suficiente en el torbellino de morbo y diatriba política que el caso ha provocado.


Respecto al juicio moral que merezca el eje femenino de la relación (una de seis de ese tipo) que inició todo con una palabra: el sugerente mensaje "Hottt" dirigido al congresista por Facebook, y a cuyas respuestas replicaría enviándole fotografias, como la de arriba, coincido con este comentario de un lector de la nota del New York Times:
And why, oh why, would Ms. Broussard feel compelled to release said private pictures? This is the part of all these types of scandals I don't understand, nor do I condone. People enter into relationships, be they platonic, romantic or sexual, with a reasonable expectation of privacy between the two parties. At this stage I am simply disgusted with the non-public participants who elected to trot private laundry into the public venue - and for what? 15 minutes of fame as "the person Rep. Weiner sent sexy pictures to"? The list of scandalized politicians who exhibited poor judgement is long, but when I consider the **personal** elements of these affairs (pun intended), every one of them should've been dealt with in private. Excluding illegal public / position related facets of these things, the titillating elements of the cheating / dalliances / liasons / romances (call them what you will) of everyone from Larry Craig, McGreevy, Edwards, Gingrich and now Weiner *should've been handled privately*.Like every other citizen. Ms. Broussard, welcome to my disgusting list as yet another questionable person looking to profit from the personal damage to someone else.
Esta traición a la privacidad, en un contexto de hiperinformación y escándalo, alentada por intereses comerciales y de partido, es el que ha obligado al congresista, en una de las conferencias de prensa más accidentadas de la historia, en la que inclusive participaría el "periodista" que "lo cazó" en sus indiscreciones, a asumir tardíamente su responsabilidad y solicitar perdón::


Anthony Wiener era, y sigue siéndolo, uno de los congresistas estadounidenses que me despierta más simpatías. Firme en sus convicciones liberales, siempre dispuesto a debatir, se había convertido en un azote para los republicanos más radicales y en fuerte candidato a la alcaldía de Nueva York. John Kenney, del New Yorker, en su artículo Of course i take pictures of my penis and send them to people se solidariza con Wiener esgrimiendo el derecho que tiene toda persona a reproducir imágenes de su miembro y difundirlas, la esencia del sexting, al afirmarla como práctica muy socorrida por gigantes de la historia de la política de Estados Unidos, entre ellos cita a Teodore Roosevelt, John Adams y John Jefferson. ¿Que hubiera sido de Rafael y Migel Ángel, pregunta Kenney, si en su tiempo hubiera existido esta repentina aversión por difundir la imagen de un pene que campea en los círculos puritanos de la opinión pública?

Bill Maher aprovecha la ocasión para representar fielmente, de la mano de Jane Lynch, uno de los lúdicos diálogos informáticos de Wiener, con la intención evidente de divertir pero a la vez de enviar una pulla al regocijo del partido republicano y Fox News:


En la medida que la tecnología es poderoso intrumental de nuestras inquietudes, desvaríos y deseos el romance potencia sus posibilidades, se encuentra en todas partes, como dice la canción: "love is in the air", o mejor aún, el amor pulula por la red. Lo que pensamos cada vez está menos resguardado del escrutinio de los demás, toda vez que la tecnología nos proporciona medios que nos permiten dejar huella de las ideas, así sean las más repentinas e insignificantes y que, no obstante, reflexionando sobre ellas un poco más hubieramos preferido no haberlas expresado, lo que en internet no siempre es posible. El día que nuestros pensamientos puedan ser identificados de manera inmediata, sin filtros, el mundo, si se toma estos devaneos en serio, será un caos moral de culpas, remordimientos y recriminaciones, no porque los hombres y mujeres hayamos cambiado, sino simplemente porque la intimidad se habrá extinguido.

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