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martes, mayo 17, 2011

La ira y el miedo en política

A propósito de las discusiones por venir en atención a la publicidad política dedicada a crear en el subconsciente de los ciudadanos cualquier tipo de emociones, nos enteramos vía The Monkey Cage de un artículo de Lee Drutman, Anger politics and the wisdom of uncertainty, en el que resume las conclusiones de un grupo de académicos en un estudio publicado en Cambridge Journals, enfocado a entender el rol de las emociones en la mobilización y participación política. Al hacerlo contrasta las distintas reacciones que pueden provocar dos de las más fuertes de ellas, el coraje o ira (anger) y la incertidumbre provocada por el miedo (fear):
  • Existe una tendencia a considerar la publicidad o propaganda negativa como algo malo, pero las emociones negativas, como el coraje o ira, pueden hacer que las personas reaccionen y se involucren más en política o en una causa, de manera que las consecuencias de este tipo de publicidad no son todas negativas. No obstante...
  • La ira empuja a las personas en direcciones excesivas y agresivas, lo que puede ser apropiado en un determinado tiempo y lugar, pero puede ser un problema si crea motivaciones que habrán de estallar. ¿Se limita a movilizar al reparto de folletines y a votar, o se extiende a golpear a los oponentes o arrojarles ladrillos? Los políticos pueden provocar estas emociones por intereses personales, pero al hacerlo desatan a la vez una fuerza poderosa que es dificil de controlar.
  • La ira promueve una virtud cívica, una mayor participación de las personas, pero también tiende a incitar actitudes de cerrazón respecto de información novedosa o distinta, orilla a las personas a los extremos y fomenta acciones agresivas y punitivas, todo ello signos de una polarización política.
  • La ira promueve una política de recriminación y reparto de culpas que a veces es difícil de separar de una política de la responsabilidad y el rendimiento de cuentas.
Drutman concluye que para aquellos que aspiran a un mayor acuerdo y consideración tanto social como político, quizá lo mejor es invertir tiempo en reconocer las complejidades y ambigüedades de los problemas públicos, tratando de reducir las "certezas" (¿dogmas?) y recriminaciones que llevan a la ira. En consecuencia, para que las personas reflexionen con mayor cuidado y detalle los asuntos políticos, quizá un poco de la ansiedad o incertidumbre provocada por el miedo o falta de certeza no sea una cosa tan mala.

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