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miércoles, marzo 09, 2011

Humanismo: las paradojas del discurso político

Acción Nacional "se abrirá" a la ciudadanía a través de una reforma a los mecanismos de afiliación, además de incluirlos en el debate de temas fundamentales para ese partido, informó Gustavo Madero, presidente de dicho instituto político. Al señalar, contradiciéndose, que Acción Nacional “es un instrumento de los ciudadanos para construir un México más próspero”, señaló que propondrá una revisión de sus procesos "para abrir de manera ordenada las puertas para cualquier mexicano o mexicana que deseé transformar a México desde el humanismo".

La palabra "humanismo", tomando en consideración que no le agregó ningún adjetivo, es la que llamó nuestra atención sobre el discurso del político blaquiazul.  Dicho término es explicado por Harold Bloom (Ensayistas y profetas) de la siguiente manera: "el humanismo conlleva un amor por el conocimiento y por las letras griegas y latinas, un deseo de conocer aspectos que sólo se encontraban en la Antigüedad... La moralidad de la Biblia cristiana no es ni griega ni latina". Aquí creo que empezarían los primeros reparos de gran parte de la militancia panista, egresada de las filas del movimiento católico mexicano, con lo dicho por su líder, si es que saben a lo que alude el humanismo.

En consonancia con lo expresado por Bloom, Charles Van Doren (Breve historia del saber) dice, al observar el esfuerzo de Petrarca y Boccaccio, que estos humanistas muestran  una voluntad de resucitar el saber e inteligencia de los clásicos, de la lengua y de la civilización griega, y que pugnaban y "conspiraban" para conseguir que triunfara el renacimiento de su estudio, sin esconder la luz del hombre bajo el parasol de la piedad religiosa: "Los mejores escritores se dedicaron a escribir sobre el hombre, poniéndolo en el centro, en primer plano, cantando sus excelencias, alabándolo, cuestionándolo y criticándolo, pero nunca despreciándolo ni a él ni a su ciudad terrenal, como sí habían hecho los agustinianos durante mil años". En este período de cambio psicológico e intelectual en Occidente: "La experiencia individual aquí en la tierra fue cada vez más interesante que los misterios de la otra vida. La confianza en Dios y en la fe se debilitaron. El mundo actual se volvió un fin en sí mismo y la vida dejó de ser una preparación para el mundo por venir." Al leer ésto cabe cuestionar: ¿cuántos panistas suscribirían sin chistar un programa cultural como el del humanismo descrito por Van Doren?

Peter Watson (Ideas, historia intelectual de la humanidad) ajustando el enfoque, afirma que, en el fondo, "El humanismo estaba menos interesado en el redescubrimiento de las ciencias de los antiguos que en restablecer un conjunto de valores paganos, esto es, la perspectiva secular de griegos y romanos, en la que el hombre es la medida de todas las cosas", de ahí tenemos que Dante, Pretarca, Boccaccio, Maquiavelo y Montaigne escribieron todos sobre la libertad intelectual y la expresión individual, sin estar sujetas dichas manifestaciones a la rectoría de los valores religiosos. Erasmo de Rotterdam, que trató de reconciliar cristianismo y clasicismo, tenía dos mensajes fundamentales: "que los clásicos eran una fuente de conocimientos noble y honorable, y que la Iglesia era una institución cada vez más vacía, pomposa e intolerante." Ello le atrajo el reproche del puritano Martín Lutero que le acusaría de la siguiente forma: "Las consideraciones humanas tienen para él más valor que las divinas." Las declaraciones más significativas de los jerarcas católicos mexicanos, tan afines a la ideología de figuras relevantes del partido de Madero, con su insistencia en la necesidad de que las leyes humanas se adecuen a las divinas, parecen acercarse más al discurso rígido de Lutero que a la conciliación que intentó Erasmo.

El humanismo, como tendencia de pensamiento, no se compadecería de las posiciones contrarias a la ciencia que abraza el Partido Acción Nacional y la mayoría de sus militantes en temas como el del aborto y otros relacionados con la bioética, ni se encuentra en el análisis de sus documentos básicos, más bien inspirados en un personalismo que no se atreve a ser liberal, fiel a las encíclicas de la iglesia católica y que bebe de la filosofía de Jacques Maritain (crítico del Renacimiento, para quien, distorsionando el sentido del término, todo "humanismo" debe ser religioso, reconocer un espíritu superior al hombre, su destino eterno y sobrenatural y promover el logro del ideal histórico de una nueva cristiandad, no en vano el Papa Paulo VI diría de esta ideología: "Tal es el verdadero y pleno humanismo que se ha de promover"), en vez de inspirarse en la más añeja y sencilla, pero mil veces más libre, tolerante, alegre y autenticamente humanista de Michelle de la Montaigne. 

Si el Partido Acción Nacional en verdad quiere abrazar el humanismo como inspiración de su actuar, creo que le acarrearía más beneficios políticos que perjuicios; las posturas conservadoras irracionales, la insistencia en convertirse en sensores de la moralidad privada, un machismo cerril y esa desesperante deferencia con los jerárcas de la iglesia católica, son taras de las que dicho partido parece no saber como deshacerse, quizá porque forman parte de las características que le dan identidad al grueso de sus militantes. El humanismo, en toda la extensión y profundidad de la palabra, sí que le auxiliaría a eliminar esos lastres para su desarrollo. Desafortunadamente, no creo que el presidente del partido citado se haya querido referir en su discurso a la connotación que tiene  el vocablo "humanismo" en la historia de la cultura.

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