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sábado, marzo 12, 2011

Máscaras, superficialidad y ensoñación

A propósito de las desaveniencias del gobierno mexicano con el de Estados Unidos anota René Delgado en Reforma una excelente frase:
Aquí y en cualquier otro lugar, política y diplomacia siempre han sido un bailde de máscaras. Juegos de representación con un trasfondo de poder. Horrorizarse ante el rostro que aparece bajo la máscara cuando ésta se llega a caer, sólo se entiende en quienes desconocen los juegos de poder.
A pesar de ello considero que la crítica de Delgado es correcta sólo parcialmente y que en la misma medida alcanza también para ser enderezada a aquellos sectores hipersensibles de la prensa, siempre prestos a envolverse en la bandera nacional a la primera provocación. En lo concerniente a la falta de cooperación en la batalla contra la delincuencia organizada, y en particular en lo concerniente a la presunta organización de operativos para permitir el paso de armas a México, sin conocimiento del destinatario, creo que el presidente Calderón tiene un punto moral de apoyo, no podemos ser tan cínicos como para pretender que la política debe desprenderse de una justificación moral, así sea como estrategia de legitimación del ejercicio del poder; independientemente de los manejos de la realpolitik, aunque se sepa cómo se comporta el lobo ello no excusa de señalar su crimen.

Cosa distinta sería si las molestias tuvieran que ver más bien con las muy particulares percepciones políticas del embajador Pascual, como pareciera indicarlo el hecho de que el asunto Fast and furius trascendió en los días siguientes a la visita de Calderón, o peor aún, por las relaciones sociales que ha tejido. De ser el caso el presidente mexicano merecería el calificativo de superficial, más que de ingenuo, ya que dificilmente merece la irritación u obsesión de un jefe de estado la repetición de críticas sobre la desorganización de las instituciones de seguridad que circulan en la prensa sin poder ser desmentidas en todos los casos; si la pérdida de confianza en el embajador deriva de sus comentarios sobre las perspectivas de los políticos panistas en la próxima contienda presidencial, la superficialidad se convertiría en ensoñación o evasión de la realidad.

Hay temas que bien merecen una disputa o conflicto internacional, el problema del combate a las drogas y la introducción de armas al país son verdaderos asuntos de estado; por el contrario, la expresión de las apreciaciones personales de un embajador sobre lo que observa y lee en los periódicos no constituye razón suficiente para que se ofusque un presidente.

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