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jueves, diciembre 02, 2010

Más sobre anhelos y liderazgos

Señala Ángeles Mastretta en su Puerto Libre, lo siguiente, que leído aisladamente parece un reproche dirigido en exclusiva a la sociedad mexicana, muy dispuesta para las leyendas urbanas y las conspiraciones, ciega ante la evidencia de los hechos cuando las desmienten y fatalmente derrotista:
 De esta crisis mundial, las finanzas de México están saliendo mejor libradas que las de otros países. Ni el déficit ni,  la deuda pública se dispararon. Tenemos más ahorros que nunca. No se trata de presumir frente a Irlanda cuya deuda pública, ya lo sabemos, rebasa el 110 por ciento del PIB, sino de pensar que Francia tiene una deuda del 75 por ciento de su PIB, Estados Unidos del 65 por ciento. En México nuestra deuda es del 35 por ciento del PIB. Increíble ¿verdad? Porque nos vemos y nos contamos como si debiéramos diez países. Me advierte Federico Reyes Heroles, que en “Doing Bussiness” el informe del Banco Mundial, México se sitúa en el lugar 35. Aunque no lo comentemos y menos dispuestos estemos a propagarlo, dicen las cifras, estamos muy por arriba de Brasil (127) Rusia (123) India (134) y China (79). No somos capaces de creer nuestras fortalezas. He oído a más de uno enfrentar estas cifras diciendo que son falsas. El PIB de México es 30% superior al de Brasil, pero Brasil es un país admirable y México parece un desastre. ¿Por qué? En buena parte porque los mexicanos nos sentamos a la mesa diciendo que la sopa nos quedó horrible y los brasileños, acabo de oírlos en el Foro Iberoamérica, nos cuentan su país con un amor y un entusiasmo envidiables.
En el siguiente párrafo, afina la crítica de este estado de cosas a diversos tipos de "notables" en el mundo de los medios de comunicación, en especial aquellos de corte informativo, a los políticos y a la comentocracia que, cual rémora de los peces grandes, agota su análisis en las aguas de este mediocre "ecosistema":
No hay pastillas antidepresivas para los países. Hay asuntos, sencillos, matices que los redimen. A los brasileños un presidente excepcional y entusiasta que les provoca confianza. ¿De dónde podemos sacar fuerzas los mexicanos? De quienes no publican, no hacen noticiarios y no son políticos. De quienes sonríen, inteligentes, en la fila para tomar el autobús. De quienes van a su trabajo todos los días y los hacen con sencillez y regocijo sin que se les ocurra dejarlo para ir a ver con quién se matan. Esos mexicanos son la mayoría. En esos hemos de confiar.
Y con esto hemos de coincidir. Ante la carencia de liderazgos con substancia (no meramente formales, heredados o producto de la casualidad) la inspiración habremos de encontrarla en los héroes cotidianos que luchan por avanzar en la vida, a pesar de las condiciones adversas, en las nuevas generaciones libres de prejuicios añejos, en los ciudadanos que no se dejen atrapar por el conformismo, así como en aquellos con la suficiente autoridad moral para inspirar y guiar con franqueza y afabilidad (virtudes muy escazas en los círculos tradicionales de influencia). Sólo hay que voltear a los lados y observaremos que estamos rodeados de ellos.

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