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sábado, noviembre 20, 2010

La novela de la revolución mexicana


La siguiente es la transcripción de un artículo de Oscar Alberto Estrada Gutiérrez publicado en el Diario Baja California, de la ciudad de Tijuana, el 30 de octubre de 1967, en el cual refiere una velada cuyo motivo fue una remembranza y reflexión sobre las novelas de la revolución mexicana. Al hacerlo repasa, a manera de reseña, aquellas que fueron objeto de discusión en el simposio. El autor no actualizaría la reseña ya que fallecería dos años después, a la edad de treinta y un años.
La noche del viernes tuvimos la oportunidad de pasar un rato por demás ameno, gracias a la amable invitación que nos hiciera el C. Profesor Ramón Alcaraz hijo para que sustentaramos una charla sobre algunas de las novelas más caracterizadas acerca de la Revolución Mexicana.

Lo anterior ocurrió ante los miembros del Ateneo "Ignacio M. Altamirano", entre sorbo y sorbo de café.

La velada necesariamente hubo de transcurrir entre remembranzas de Azuela, el médico militar pionero de la Novela de la Revolución Mexicana y citas de Martín Luis Guzmán, el admirable octogenario director del semanario Tiempo.

En Azuela hallamos al hombre maduro, que ve desde un lugar de la escena el drama que se desarrolla ante sus ojos. Los de Abajo, la primera de sus novelas, dibuja fielmente el fenómeno de integración del ejército revolucionario que hizo posible el régimen social que hoy prevalece. Juzga severamente los hechos y contempla la escena con rigorismo objetivo.

No sucede los mismo con el autor de El Águila y la Serpiente, quien ya se coloca discretamente dentro de la escena o, cuando su honestidad literaria se lo exige, se presenta francamente en ella, para aceptar la responsabilidad de sus juicios apasionados sobre algunos personajes, sobre todo en la obra proscrita: La Sombra del Caudillo.

Y así transcurre la noche, entre los recuerdos de José Vasconcelos, quien en una actitud muy propia de él, llena totalmente con su vida el relato y pone en segundo término los fenómenos sociales, sin restarle dimensión histórica, pero utilizándolos solo como trasfondo de su vida, que en Ulises Criollo es el tema central.

Desfilan la ingenuidad arrobadora de Nellie Campobello, quien contempló la Revolución y sus masacres con la objetividad encantadora de una niña; José Rubén Romero, el provinciano que contempla una revolución del tamaño de sus pueblos originales, Ario de Rosales, Cotija y Tacamboro y que, sin embargo, encuentra en ella material suficiente para dejar su tesis pendiente de un asidero desconocido en la conciencia del lector, inquietamente prendido de las páginas de Desbandada y Mi Caballo, Mi Perro y Mi Rifle.
 
Agustín Vera anticipa en Revancha, lo que Gregorio López y Fuentes nos da, más enriquecido, en Mi General y el tremendo drama que revive en la pluma magistral de Mauricio Magdaleno al escribir El Resplandor, sin duda una de las más apasionantes novelas escritas acerca de la Revolución Mexicana, concebida en una época en la que ya era posible hacer un juicio crítico sobre la conducta de sus protagonistas.

Continúa la romería de autores y obras, todos acertados y todas bien logradas, para ver a Francisco L. Urquizo, el beneficiario del Premio Belisario Domínguez 1967, dibujar con hondo dramatismo la vida del soldado salido de la leva, para incorporarlo forzosamente al ejército federal, que casi sin advertirlo, pasa a formar parte del ejercito revolucionario, por virtud de la rapidez con que se encuentra Madero, casi sin alterar las circunstancias.

José Mancisidor y Miguel N. Lira nos dan los aspectos interesantes de la novelística revolucionaria y pintan, uno la Invasión a Veracruz, por la torpeza de Wilson; el otro, la corrupción del militar que se retira a la vida regalada, con el botín que obtuvo en la revolución, olvidándose de sus proclamas iniciales. Las obras son Frontera Junto al Mar y La Escondida, respectivamente.

Termina la noche con comentarios sobre Las Tierras Flacas, Al Filo del Agua y La Creación, de Agustín Yañez y la difícil novela del más joven de los autores de este género, Carlos Fuentes, quien logra toda una proeza literaria en La Muerte de Artemio Cruz.

Charla final sobre otros aspectos de la Revolución Mexicana y el propósito de formar un Círculo de Estudios de la Revolución Mexicana, con el concurso de jóvenes, maestros, profesionistas y otros intelectuals de las últimas generaciones.

VARIACIÓN.- Como lo anticipamos, deseamos alegría y éxito a TEODORO GALVÁN MUÑOZ en ocasión de su onomástico.

Nota: en la reseña no se cita la denominación de las obras de Nellie Campobello y de Francisco L. Urquizo. De Campobello debe tratarse de su novela Cartucho y de Urquizo presumimos, por la temática a que se refiere el escrito, que debe tratarse de las siguientes: Tropa Vieja, novela que gozó de amplia distribución en ediciones accesibles en puestos de periódicos y de Fui soldado de levita de esos de caballería.

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