Recent Posts

miércoles, octubre 20, 2010

El archidiablo Belfegor, un cuento de Maquiavelo para sonreir


Al pretender escapar de un menoscabo mayor a nuestro patrimonio, después de habernos gastado unos pesos en la librería El Péndulo de Perisur, nos topamos con la bonita presentación de la casa Gadir Editorial de la obra de Nicolás Maquiavelo Belgafor arcidiavolo, traducida por Elena Martínez de quien, presumimos, también son el prólogo y los textos de la contraportada. Se trata, según dichos textos, del único relato de ficción del secretario de la república florentina, lo que sería cierto bajo la premisa de dejar fuera de valoración a la comedia La Mandrágora como "relato". La fábula del archidiablo es prácticamente desconocida fuera de Italia, tomando en consideración que el estudio de Maquiavelo fuera de su patria se ha centrado, con justicia, en sus escritos de ensayo político y, en segundo término, en los de corte histórico. El Relato del diablo que tomó esposa, como también fue conocida la obra, la escribió Nicolás en 1518 y no la vio publicada en vida. No obstante, la trama fue llevada al cine en 1966 por Ettore Scola.

Quienes han estudiado el relato atribuyen su inspiración a cuentos de origen oriental, en los cuales era común presentar la figura del diablo con una connotación humorística, además, "su carácter burlón recuerda los cuentos de Bocaccio". En todo caso, como se sostiene en la contraportada, Maquiavelo, con la ironía y humor que le eran característicos, aún en sus momentos más aciagos, renueva el tema.

La historia comienza con la perplejidad de Hades, o Plutón como se le llama en la obra, frente al inusitado número de almas masculinas que se quejan amargamente en el infierno de su destino, el cual atribuyen a la perfidia de sus esposas. Ante la curiosidad por saber de primera mano si tal torrente de acusaciones al sexo femenino eran justas, los jueces del Averno designan a uno de los suyos, Belfegor, para que suba a la tierra, contraiga matrimonio y regrese al cabo de diez años a dar fé de sus experiencias.

El desarrollar la narración Maquiavelo aprovecha también para burlarse de las costumbres florentinas, del clero, de la aristocracia y de las supersticiones en una alegre historia que incluye cortejo, amor platónico, persecuciones, gratitud, ardides y posesiones demoníacas en las que se ve inmiscuido el buen Belfegor, bajo el nombre terrenal de Rodrigo, para poder cumplir la tarea que le ha sido encomendada por su hermanos infernales. La enseñanza que podría desprenderse de sus aventuras es la siguiente: "el amor tiene sus límites".

En este mes de octubre, resulta pertinente observar que la burla despreocupada que Maquiavelo hace del mismísimo demonio, está muy acorde a la forma, que me parece inteligente, en que el imaginario colectivo en nuestros días, comenzando por los niños, trata a la muerte, los fantasmas, los gatos negros, los esqueletos, las brujas y otras representaciones de seres horripilantes y de ultratumba, originalmente concebidos para infundir temor al ser humano.

0 comentarios:

Publicar un comentario