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miércoles, febrero 10, 2010

La prisa y el tiempo


Es común, para algunos casi una compulsión, el observar continuamente el reloj. Pareciera que los artefactos concebidos como accesorios medidores de tiempo se han adueñado de nosotros exigiéndonos pleitesía, la cual, de manera inconsciente, les proporcionamos. Pensemos en nuestro nunca bien querido reloj despertador o en las alarmas de los teléfonos celulares, ¡ja!, entre todas las palabras posibles: ¡alarmas!

¿Quién tiene prisa y porqué? si en medio de la psicosis nos diéramos una pausa para responder esta pregunta creo que concluiríamos que las causas de nuestras prisas, en la generalidad de los casos, no son propias y que tienen explicación en la desorganización de alguien o de algunos y, paradójicamente, también en la estandarización de las actividades humanas. Al ser presionados para cumplir en cierto tiempo alguna función formamos parte de un proceso; si hubieran autómatas que pudieran hacer lo que se nos solicita nos desplazarían por obsolecencia, originada precisamente ¡en las características que nos distinguen como seres humanos! La productividad no debería estar reñida con la salud y la alegría de vivir de las personas.

Otra paradoja: la ciencia está tratando de desarrollar varias clases de robots que, al menos exteriormente, puedan manifestar reacciones sentimentales, sin embargo, en nuestras ciudades se desarrolla de manera imperceptible una tendencia inversa por la cual cada vez más personas actúan como robots y sin necesidad de científico alguno que los programe. Tensos, fríos, aburridos y creo que, cuando abren alguna puerta a su interior, tristes. Al estar con ellos no tenemos nada de qué platicar que no sea su trabajo u otras cosas rutinarias. Se han habituado a sustituir la felicidad por la satisfacción proveniente de recibir de otro autómata algún tipo de aprobación y de riqueza condicionada, en un esquema que sólo valora a los demás por resultados que alimentan maquinarias más grandes.

Al final del camino nos encontraremos ante la necesidad irracional, anárquica, de "satisfacer algún interés insaciable". No me queda claro a quién se podría atribuir ser el cerebro o inteligencia rectora de esta situación, en caso de que lo hubiera, pero al menos todos somos culpables de complicidad si no hacemos nada al respecto. Por ello me adhiero a la idea de que más que asuntos urgentes existen tontos con prisa, así que disfrutaré tranquilamente de mi copa de vino y si en la oficina se inquietan por mi ausencia pues lo siento mucho. Como dice Robert Lamm: "does anybody really know what time it is?, does anybody really care?

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